Lo primero que debe recordar cualquier líder o gerente es que:
👉 Una relación amorosa con un subordinado no es romántica.
👉 Es un abuso de poder.
Y sus consecuencias son graves:
Pérdida de confianza en la organización.
Aparición de rumores y drama en el equipo.
Deterioro del clima laboral.
Pérdida de profesionalismo.
Por eso, los procesos administrativos deben ser claros y firmes:
Definir políticas sobre relaciones en el trabajo.
Establecer consecuencias si se cruzan límites.
Cuando un jefe mezcla autoridad con vínculos amorosos, el impacto lo paga todo el equipo. Un verdadero líder no genera drama: inspira confianza y establece un estándar de integridad.
El liderazgo no se mide solo en resultados, también en la capacidad de manejar situaciones complejas con claridad y ética.
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Un líder exitoso no nace… se entrena.
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